9.14.2011

El Golpe.


Bajo la velocidad, miro el suelo y veo los rayos de la bicicleta rodar al revés. El espejismo acostumbrado mientras se detienen. Veo el auto de mi papá estacionado a la rápida, con una rueda sobre el pasto. Mala tarde.
Entro, como y entremedio me abofetea varias veces porque olvidé el uniforme de gimnasia en el colegio, me cambio el uniforme y me golpea otra vez porque estuve mucho rato en el baño. ¿Puedo ir a andar en bici?. Tomo su silencio como una afirmación. Antes de salir veo su celular encendiéndose en la mesita del pasillo indicado un mensaje de texto; “Perro, a que hora paso a buscar las 30 lukas de lo que compraste el otro día”. Tomo el celular y respondo casi sin dudar; “Yo a vo no te debo nada conchatumadre y si tenís un problema conmigo ven a arreglarlo altiro a mi casa, ya sabís donde queda, muerto de hambre, te voy a estar esperando” Apreto “send” y luego “borrar mensajes recientes”. Cuando estoy a punto de doblar la cuadra y el espejismo de los rayos en la ruedas comienza a girar hacia el lado correcto, siento una frenada rotunda y cuatro puertas de un auto que se abren y se cierran a la vez. Pedaleo más fuerte y por primera vez me gusta sentir el viento en mi cara. Me gusta el golpe del viento en la cara.