8.31.2009

Eutanasia


Es bastante impresionante, como un perro de ojos negros que se ríe bajo la cama de una vieja postrada. Coagulada en su colchón de lana. Jugando con un hilo de saliva blanca y espumosa entre los labios. El perro ahora gruñe, o tal vez antes lo hacía y yo pensé que era risa. Vaya uno a saber, ¿qué cosas no?. Cómo es que morirse puede transformarse en semejante ritual. El perro no dejó acercarse a nadie a menos de dos metros del catre, ladró sin cesar con el aliento de una batalla donde todos se mataron y nadie enterró a nadie. Me fui sabiendo que no había nada que hacer.

8.10.2009

Epicentro.


Basta de filosofar bajo la ducha. Hoy es un día especial para el bueno de Ernesto. Hay que sacudir la chaqueta de la ropa usada, aplastar como sea las mechas de clavo y partir al primer día de trabajo caminando alegremente. Así te quiero, con la cara llena de risa, se repite mientras cuenta las rayas de la vereda, cuidándose de jamás pisar alguna. Nunca. Menos hoy.
Nada especial, ni recibimientos ni presentaciones, al tiro a la cocina, hacer café y limpiar la cubierta de vidrio de la sala de reuniones. Ernesto tiene expectativas, sueños trazados que alcanzar. Por eso, además de pasar el paño, pule los bordes de metal y le saca trote a los remaches de aluminio. Que se note el cambio de mano, piensa. Sin querer pasa a llevar el control remoto del televisor. Entre canal y canal aparece una señal difusa con una línea constante que pasa de arriba abajo, varias veces por segundo. Ahí se quedaron los ojos de Ernesto. Perdidos y atrapados en el ir y venir. Mal día para un ataque.

Promesa.


Juntó la plata justa para saldar sus deudas con el boletín comercial. Sintió la extraña sensación que bajo sus pies el piso se movía cada tanto. Se dio cuenta que estaba sobre el metro. Esperó largamente, pagó y prometió que nunca más. Caminó a casa y recordó que todavía no podía llegar, sus hijos jugaban en la casa del vecino mientras el vecino jugaba en su casa bajo la falda de su mujer. Llegó al antejardín, se asomó apenas por la ventana de su pieza, lloró y esperó encuclillado secándose los mocos con la manga de la camisa. Prometió que nunca más. Dio un salto cuando el hijo menor le tocó el hombro y le preguntó si estaba jugando a la escondida. Claro que sí, me pillaste, mañana te voy a comprar una bicicleta de los power rangers, prometió. No se cómo, pero prometo que lo voy a hacer.

8.07.2009

Es decir eso.



De un momento a otro se nubló.
Es decir.
En un instante estaba despejado y luego de un tiempo el cielo se cubrió de nubes.
Es decir.
El sol sombreaba el contorno de las cosas hasta que un banco de nubes del diámetro de todo el horizonte tamizó el paisaje.
Es decir.
Luz paseaba su perro por el parque encendiendo todo a su paso hasta que un rayo de agua gris le reventó el pecho, soltó la cadena y el animal de Luz se evaporó entre las raíces de un pimiento.
Es decir.
Había Luz y ya no.
Es decir.
Eso.