8.31.2009

Eutanasia


Es bastante impresionante, como un perro de ojos negros que se ríe bajo la cama de una vieja postrada. Coagulada en su colchón de lana. Jugando con un hilo de saliva blanca y espumosa entre los labios. El perro ahora gruñe, o tal vez antes lo hacía y yo pensé que era risa. Vaya uno a saber, ¿qué cosas no?. Cómo es que morirse puede transformarse en semejante ritual. El perro no dejó acercarse a nadie a menos de dos metros del catre, ladró sin cesar con el aliento de una batalla donde todos se mataron y nadie enterró a nadie. Me fui sabiendo que no había nada que hacer.

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