9.08.2014

Día común.

Muchas cosas pasaron ese día. Los ciruelos amanecieron florecidos. El abuelo se martilló un dedo tratando de arreglar un carrito antiguo de madera y hubo que llevarlo a la posta. El hombre que afilaba cuchillos dejó de pasar, nunca más se escucharon sus silbidos. Dos tipos saltaron la muralla de la casa de enfrente, donde vive la mujer sola, se llevaron un televisor y ciento veinte lucas. Los pacos no llegaron a tiempo. Nunca llegaron. Me mandaron a comprar arroz. Volví por otra calle. Pasé a jugar a la casa abandonada, me gusta el olor de su papel mural descascarándose. Salté la reja de vuelta. La bolsa se enredó con un alambre, tuve que recoger el arroz casi uno por uno. Soplé dentro de la bolsa y los ojos se me llenaron de tierra. Pensé que me iban a retar. No lo hicieron porque el perro arrastró el tendedero de ropa recién lavada por todo el jardín. Me dio lo mismo. A mi nunca me cayó bien ese perro. Sentía miedo cuando me miraba serio y estático escondido entre las hortensias. Me acechaba. Mi abuelo volvió de la posta con una gaza manchada de sangre, le habían sacado la uña. Me la trajo de regalo en un frasco, según él, para que aprendiera a martillar directo en el clavo. Después de almuerzo me lancé en el carrito calle abajo, la sensación de miedo y éxito me gustó tanto que debí haberlo hecho unas veinte veces más hasta que me caí y volví a casa con el carrito destrozado. Le mostré el carrito a mi abuelo con vergüenza. No importa me dijo, todavía me quedan nueve dedos, lo puedo arreglar nueve veces más. Reímos juntos. Nos pasamos la tarde conversando. En realidad yo escuchaba y de cuando en cuando hacía alguna pregunta para retomar el hilo. Llegó la noche y se cortó la luz. Nos acostumbramos tanto que nos sentamos en redondo, ansiosos, a mirar un atado de velas consumirse entre las siete y las diez y media. Me acosté y mi abuelo me fue a contar un cuento, como no había luz tuvo que inventar uno sobre la marcha. Improvisó sobre reyes y magos, monstruos y princesas. Yo le creí cada palabra. El día siguiente fue mucho más común.

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