8.10.2006

Demasiada estática


Atento, tenemos una mujer desolada llorando en una cafetería de hospital.
Su pecho compulsivo, recorta histérico sobre el blanco omo natural radiante de doctores y enfermeras habituadas a las pataletas de los vivos en ausencia de otros ya no tanto. Ellos comentan, susurran, mastican pan de molde. Hablan de ella y se interrumpen porque el queso no está bien derretido. Ella los ve y lo sabe, y estrella un plato con postre de pera y canela en las baldosas grises. No le importa, no tiene control, se mearía de pena si pudiera. Trata y se acuerda del mudador celeste, del ábaco de madera, del gato con botas, de cada punto a crochet de las cortinas, del tendedero con los piluchos talla uno.
Tenemos una emergencia sanitaria en el sector cafetería, necesitamos algo más que un balde y un trapero.

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