8.19.2014

Desalojo

A veces ronda la casa mirándola desde diferentes ángulos. Repasa los rincones, las imperfecciones de las junturas, las estelas de la enredadera que se secó, como venas muertas en los muros que rodean la ventana de su pieza. El limonero está nevado de esa peste negra que él solía limpiar con un paño, hoja por hoja. En el candado oxidado de la bodega a penas se lee Odis. Sus herramientas siguen presas ahí. Todos los años el mismo pájaro negro anida en el entre techo, recuerda haberlo oído caminar hacia sus crías chillando de hambre. Golpea repetidamente la carta sin abrir del banco en la palma de su mano, deja la reja de entrada entreabierta y camina por la vereda que cuando niño también pensaba que era suya.

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