Por fin, después de tantas sospechas y pruebas circunstanciales, el por todos respetado actuario, Rubén Sarmiento, certificó en persona, y mediante el inequívoco método de observación del sujeto, cómo era completamente efectivo que fulano de tal, a quien llamó “occiso”, daba saltos y propinaba empellones pélvicos con cierta rítmica sobre las caderas de una mujer, a quién llamó “ex-cónyuge”. Obsérvese, ódiese, condénese, dispárese y suicídese.
1 comentario:
Excelente título!!! Me gustan estos relatos frenéticos, son como una especie de trabalenguas social, pero desde el corazón, me emociona más lo que tiene un pelo más de desarrollo, como los primeros microcuentos. Cosas de Nata.
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